Las calderas son esos preciados equipos que calientan el agua antes de que salga por las tuberías, permitiendo que pueda darse una ducha tibia o lavar los platos con agua caliente.
Una de las peores cosas que puede pasar en casa, especialmente durante la época de invierno, es que la caldera se dañe y deje de producir agua caliente.
Muchas personas ni siquiera se percatan de una falla en la caldera, sino hasta que el problema está suficientemente avanzado como para resolverlo con facilidad.
Esto hace que las reparaciones sean sumamente costosas o inclusive representa un daño definitivo en la misma, teniendo que sustituirla.
Averías habituales
Aunque existen muchos motivos por los que una caldera puede dañarse, en general hay algunas averías que son comunes, algunas de las cuales podrían prevenirse o corregirse a tiempo.
En este caso, lo mejor es detener el trabajo de la caldera y llamar de inmediato a un profesional, que revisará si está a tiempo de reparación o hace falta sustituir la pieza.
Estos “chorros” descontrolados de agua fría o caliente, generalmente indican una baja presión. Se resuelve llenando el circuito de la caldera con la presión recomendada por el fabricante. No es un trabajo complicado, pero si no sabe hacerlo, es mejor que llame a un profesional.
La razón por la que no enciende, es gracias a un dispositivo de seguridad que impide que la caldera funciones si no es capaz de desechar los gases, producto de su proceso habitual.
Para resolverlo, deberá contar con un especialista que revise el ducto de salida y encuentre el problema.